No sé si los seiscientos habitantes del pueblo texano de Happy (en sus orígenes llamado Happy Draw por los cowboys que lo fundaron) se sentirán más o menos felices que el resto de los mortales. Pero que su optimismo es a prueba de bombas y que han encontrado el reclamo publicitario imbatible son dos hechos claros: ¿qué otra población se atrevería a anunciarse a sí misma como "la ciudad donde no se frunce el ceño"? En este curioso lugar se desarrolló en 1998 la película "Salvajemente Tiernos", lo que incrementó notablemente la afluencia de visitantes.
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